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Yo y la danza

¿Por qué bailo?

¿Por qué empecé a bailar?

¿Fue una decisión propia o un conjunto de consecuencias?


Hace años que esas preguntas se repiten dentro de mi pero a día de hoy la que más peso tiene es PARA QUÉ. Ese es el principal motivo para crear esta newsletter, para compartir, para acercar mi metodología de trabajo, para hacer preguntas que no tienen respuesta y para reflexionar en torno a los aprendizajes corporales. Mi objetivo es crecer como persona y como profesional y seguir afirmando que la vida es más bonita si se disfruta en comunidad.


“El mapa del recorrido es circular, ni vertical ni horizontal. Comienza y regresa al yo individual o identidad. Siempre haciendo las preguntas, ¿Quién soy? ¿Cuál es mi propósito?” Soul Xpression, Uganda


Empecé a bailar con 12 años, justo en el momento en el que sufrí la pérdida de mi madre, esos dos factores tan importantes han marcado mi camino y me han enseñando valores como son la resiliencia y la pasión, el disfrute del momento presente y la lucha por perseguir mis sueños. Una pasión por entender mi persona a través del arte del movimiento que se encendió hace más de 20 años y que a día de hoy está mas viva que nunca. Con 18 años sabía que me quería dedicar profesionalmente a la danza contemporánea, pero también era consciente de que no era un camino fácil; ciertas tensiones familiares, desplazarse a otra ciudad y empezar de cero. Pero, ¿sabéis qué? lo volvería a hacer otra vez. La danza es una profesión poco reconocida y valorada y para las personas que me estáis leyendo y no lo conozcáis tengo una carrera profesional de 14 años (igual que los médicos pero sin su sueldo) y dos másters. Lo que me sigue dando mucha lástima es que a día de hoy hay gente que me pregunta si he estudiado algo más, pero os confieso que ya tengo un buen discurso preparado para esa respuesta ;)


Soy una persona kinestésica, eso quiere decir que aprendo de forma práctica. Necesito experiencias que atraviesen mi cuerpo y generen en mí un aprendizaje, desde la vivencia. En el plano personal soy una persona sensible, me siento cómoda en grupos pequeños y tengo gran capacidad de adaptación. Me gusta fijarme en los detalles, mirar a los ojos a las personas y escuchar.


Creo que esta información os sirve para que nos acerquemos, aunque sea a través de la pantalla y así contextualizar cómo en 2015 mi vida dio un giro del que yo no he sido consciente hasta cuatro años más tarde; mi conexión con la danza y el continente africano. Por ello finalicé mis estudios superiores de danza con un trabajo final de carrera centrado en una experiencia cultural en Casamance, en el sur de Senegal con la Asociación Afroalamuta de Sant Cugat (Barcelona).


¿Qué me aportó esa experiencia?

¿Por qué África?


Aparentemente decidí centrar esa experiencia en una inquietud personal, en darme un tiempo para parar y pensar y saber qué me interesaba de la danza y cuáles eran los principios que me movían a continuar bailando, ya que creía que lo había olvidado.

“La danza africana abrió un canal dentro de mí, la posibilidad de expresarme desde la alegría, la raíz y la pureza del movimiento. (...) Es una danza que sale del pueblo, del grupo, de la unión y la explosión de las personas que pertenecen a algo común y que se expresan sin pudor, sin límites, apoyados y acompañados por todos los demás” Dabo, 2012.

Observé que los pilares fundamentales de esa comunidad eran la cultura, la sociedad y la religión y que son factores dinámicos y en constante evolución que generan diversidad y riqueza. En África del oeste existen más de dos mil pueblos diferentes. El periodo de colonización y la separación del territorio propiciaron que hoy en día encontremos similitudes entre las diversas manifestaciones del arte africano, sobre todo en sus ritmos y danzas.


Existieron cuatro grandes imperios que marcaron la historia de África occidental entre los siglos VIII-XVII. Entre ellos, el imperio mandinga o de Malí y gracias al apoyo económico que estos reyes brindaron a las artes, hoy en día podemos disfrutar de un enorme apogeo artístico.


En cuanto a las danzas tradicionales, el cuerpo se encarga de ser el vínculo de conexión entre diversas fuerzas divinas, como la naturaleza, los antepasados o los espíritus. Estas danzas se caracterizan por su gran componente social donde destacan la improvisación, tanto musical como danzada y la polirritmia. Desde un punto de vista personal, y aunque muchos autores destacan que la danza africana tradicional evoluciona al mismo tiempo que la sociedad, si se separa de su estructura original y se aleja de sus esencia ya no representa la tradición si no que está basado o se fundamenta en ella.


El surgimiento del ballet es el punto de inflexión entre la danza africana tradicional y la contemporánea. A partir de ese momento, se pierde el componente social ancestral para formar un espectáculo donde se presenta una obra concebida anteriormente. La danza se estiliza, se renueva y se abre a otras culturas sin perder la esencia del movimiento africano. La danza africana contemporánea se introduce en África a partir de 2004 con la aparición de la escuela de Germaine Acogny en Senegal, Ecole des Sables.


Ahora miro hacia atrás y soy consciente de que esta experiencia marcó un inicio de lo que hoy en día es una parte de mi profesión y el motor que me da fuerzas para seguir adelante. Con los años fui construyendo mi propio camino, alejada de los convencionalismos y muchas veces sin detenerme como si el parar a reflexionar fuera sinónimo de fracaso. Después de esa experiencia decidí dejar a un lado la danza porque no podía vivir de ella, o simplemente había tirado la toalla antes de intentarlo. En 2019 volví a retomar algo que me entusiasma, la investigación, la danza y la educación. Ahí comenzó de nuevo otra aventura con mi primer máster.



Si os apetece colaborar con nuestros proyectos de danza y cooperación te puedes hacer Teaming por 1 euro/mes. Gracias!





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